Los primeros en bajar fueron el Cabo Julio de Hornos y el Cabo Ricardo Cañaveral. Apuntando con sus armas, vaya a saber a quien, aseguraron la zona. Una vez que Patricia, la promotora de seguros, se retiró del lugar, luego de la firma de papeles de rigor que le pedía la compañía aseguradora, bajó de los móviles el resto de la comitiva policial. Para sorpresa del dueño y el secretario, la cabina de información se encontraba en mejor estado que esa misma mañana. Incluso el pasto estaba cortado. Cuando preguntaron acerca de este hecho el Cabo De Hornos le contó que tres veces por semana Patricia, la promotora de seguros que también era jardinera, cortaba el pasto del Parque. El dueño pensó: “que raro todo esto… hoy a la mañana el escenario era completamente diferente…”. Coincidiendo el secretario pensó: “habré apagado la caldera del vestuario de los payasos…?”. En ese instante otra terrible explosión sacudió a los allí presentes. El secretario nuevamente para si dijo: “mmm, creo que no…” Momentos después caía al lado del secretario una nariz de payaso que rápidamente agarró y escondió en un bolsillo. Luego de esta pequeña interrupción el comisario se dirigió hacia el dueño: “algo de esto le llama la atención?”. El dueño miró con asombro y señaló la puerta de la cabina. Estaba entera!. “Hoy a la mañana la forzamos y la partimos al medio… Nos están jugando una broma??” preguntó. Los policías se miraron incrédulos. Con suma precaución se acercaron a la ventana de la cabina. Hicieron un gesto y otro policía golpeó fuertemente la puerta. “Abran la puerta, es la policía!”. Para sorpresa de todos, desde adentro venía un sonido. Un aullido. Un ladrido. “Un ladrido?!?!”, pensó el dueño. “Apagué la mecha del cañón del hombre bala?”,pensó el secretario. Segundos después y luego de otra explosión por el firmamento se veía pasar volando a Claude, El Hombre Bala que se dirigía directamente al centro del parque. No se sabe a ciencia cierta donde cayó pero el ruido de los cocodrilos peleándose por un pedazo de Claude no dejaba dudas. Cerca del estanque, seguro. Que mala idea la poner cocodrilos en el parque!. “Un ladrido?!?!” pensó nuevamente el dueño. Y antes de darle tiempo extendió un brazo y dirigiéndose al secretario le dijo: “vos pelotudo, ni se te ocurra pensar algo!!”. “Ok” dijo con una voz muy tímida el secretario y un poco apesadumbrado.
La intriga es total ! Que es lo que está pasando en este misterioso parque? Que oscuro secreto se esconde allí? Quien se atreve a imaginar un final?? De que color era el caballo blanco de San Martin?
Todas estas preguntas y otras tantas serán contestadas en los próximos capitulos de esta atrapante historia... No te lo pierdas!!
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MenteFrita, una voz en el teléfono...
El camino desconocido hacia lo conocido...
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