Un día llegó al pueblo una compañía que traía un espectáculo de circo, con payasos, malabaristas, domadores de leones, equilibristas y todo lo que un circo tenía que tener. Esta compañía se dedicaba a la puesta en escena de entretenimientos variados. Cuando llegaron a Cerezos, el dueño de esta compañía, se interesó en el parque abandonado. Su gran sueño era el de montar el mejor parque de diversiones. Cuando preguntó, le contaron la historia de la tragedia del parque y de la existencia de Walter. Estos datos lo entusiasmaron aún más y quiso ir a visitarlo. Alquiló un auto y fue, junto a su secretario, hasta el Parque.Llegaron a la mañana temprano. Atrás de ellos llegaba a su fin el recorrido de un colectivo del que no descendió ningún pasajero. Quedaron solos. Se acercaron a la entrada y observaron el gran portón de acero oxidado que se encontraba cerrado con cadenas y candados. Todo estaba bastante desordenado. El pasto llegaba casi hasta la parte superior del portón. Se veía que nadie había entrado en muchos años. Elevando un poco la vista llegaban a divisarse algunos de los entretenimientos que quedaban de pie en el parque. Se veían los soportes de la vuelta al mundo trágica. Esto cada vez entusiasmaba más al dueño del circo que tomaba ideas para su parque. Venía todo de maravillas. Decidió ir a conocer al “custodio” de este tesoro.
MenteFrita,
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