viernes, 29 de mayo de 2009

No puedo esperar hasta mañana !!! Ahi va el último capitulo de... LA MALDICIÓN !

Capítulo VI y último

Se supo que el Emperador volvió a China y conservó como uno de sus tesoros mas preciados esa vasija. De hecho formó una escuela de constructores de vasijas para que diseñaran nuevos modelos de vasijas pero siempre basándose en los conceptos artesanales y decorativos del modelo original. Del modelo de Ernest.
Liu Bang constituyó la mas grande colección de vasijas. El orgullo de su Imperio y de su Dinastía. Varias Dinastías se fueron sucediendo en el dominio del Gigante Asiático y siempre conservaron, en el mas absoluto secreto, las vasijas de Liu Bang, las vasijas de Ernest. Hasta que mil trescientos años después de la dinastía Han, el secreto se develó. Una dinastía que había tomado el poder imperial rompería ese pacto implícito, ese pacto tácito y daría a conocer al mundo “su” colección de vasijas. Esta fue la dinastía Ming. Durante años se consideraron las mas grandes obras construidas por el hombre y le propinaron a esta dinastía fortunas incalculables, incluso mas grandes que las recibidas por el comercio del opio.
Gracias a este relato quedó develado el verdadero origen de las preciadas vasijas. La dinastía Ming hurtó el prestigio. Prestigio todo de Ernest, el artesano de Belén.

Pero aquí no terminan los acontecimientos relacionados con el artesano maldito de Belén. Casi dos milenios luego de aquel fatídico acontecimiento, las repercusiones siguieron vigentes. El caso mas resonante fue el de José Ortiga. Un español de 24 años, que vivió en Madrid hacia el año 1880. Se casó con una bella dama, Dolores Gasset, de 23 años. Dolores era profesora de historia e investigando un día sobre la cultura china, descubrió el gran engaño de la dinastía Ming. Su sorpresa fue grande cuando descubrió el asunto de la maldición, y sobretodo cuando lo asoció con el nombre de su marido. Por lo que supuso que su marido estaba maldito.
Dolores, ya tenia ciertos rasgos paranoico/esquizofrénicos. Estos se acrecentaron al descubrir que la maldición podía afectar de sobremanera su vida. Un día, tuvo un brote esquizofrénico y cuando el marido llegó a la casa y se disponía a cenar, lo apuñaló por la espalda treinta y nueve veces. De esta forma acabó con el último vestigio de la maldición. Al menos esto era lo que ella creía... En su vientre llevaba doce semanas de gestación un hijo de José Ortiga. “Ese maldito apellido”, pensó. A los seis meses dio a luz a un niño de tres kilos doscientos gramos a quien llamó José, en memoria de su padre y a quien cambió el apellido, para que la maldición no se posara sobre él, además de agregarle el de ella para despistar aún mas a la maldita maldición. Años después, este bebé devenido en hombre, sería reconocido a nivel mundial gracias a sus ensayos filosóficos. Este fue el origen de José Ortega y Gasset.
He aquí una relación que ha estado oculta bajo la sombra del engaño y la miseria humana, José Ortega y Gasset es el legítimo heredero de la dinastía Ming. Devuélvanle lo que le pertenece. La fortuna de la Dinastía Ming le pertenece a los descendientes del filósofo español.

Interesante, no?

La maldición - Cap V

Capitulo V

Después de varias idas y venidas, intérprete de por medio, con ofertas y contra ofertas, al Emperador se le notaba la disconformidad en el rostro. Era inconcebible que el mismísimo hijo de Buda se encontrara en esa situación, discutiendo el precio de una vasija. Hasta que se cansó. Sacó una daga que tenía debajo de las holgadas mangas de su manto real y mató al intérprete. Se puso cara a cara con Ernest y dijo: “Has deshonrado al Emperador de China. La dinastía Han siempre te odiará y nunca serás bienvenido en nuestro Imperio”. Ernest quiso decir unas palabras, pero el Emperador prosiguió: “Esta vasija me la voy a llevar, te voy a pagar lo que pides, pero nunca lo podrás disfrutar”. El gesto de indignación de Ernest se mezcló con el de temor ante las duras palabras del Emperador. Este prosiguió: “Como te llamas?”. Ernest con un nudo en la garganta y con la espada sobre el cuello que seguía en su lugar dijo: “Ortiga, Ernest Ortiga”. El Emperador, escuchó la frase de Ernest y dijo: “Por el poder que confiere el Imperio Chino y Buda como su propio hijo, maldigo por toda la eternidad el apellido de tu familia: Ortiga”. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Ernest que seguía sin poder moverse.

En ese preciso instante, se acercó Clara, que venía del colegio. Muy sorprendida por todo el despliegue imponente, ingresó al taller con tanta mala suerte que tropezó con la alfombra amarilla dispuesta en el suelo y justo fue a caer encima del Emperador. Instantáneamente, uno de los custodios personales se abalanzó sobre Clara y la apuñaló reiteradas veces y esta murió en el acto. El grito desgarrador de Ernest retumbaba en todo el taller. El Emperador se puso de pie, hizo un gesto y un asistente puso un cofre de oro sobre la mesa de trabajo de Ernest. Este inundado en lágrimas miró a los ojos al Emperador. Liu Bang dio media vuelta y antes de subir al carruaje miró nuevamente a Ernest y dijo: “la maldición ya ha comenzado y será por la misma eternidad”. Entre sollozos, Ernest dijo: “pero porque ella? Era buena, además no nos habíamos casado legalmente por lo que ella no era Ortiga...”. Un gesto de duda llenó el rostro del emperador quien inmediatamente le puso fin a la vida del custodio, que había matado a Clara, usando la misma daga con la que le había puesto fin al intérprete.

Antes de que se pusiera en marcha la retirada, se hizo presente en el lugar la bella Isabella. Cuando intentó ingresar al taller, dos soldados le impidieron el paso. Ella dijo: “Ups! Que es lo que ocurre? Porque no puedo pasar?, Que ocurre?”. Los soldados impedían su paso. Ella dijo nuevamente: “Que musculoso que es el que se atreve a impedirme el paso, además, que lindos ojitos rasgados que tiene”. A lo que el soldado dijo: “Como es tu nombre jovencita? Eres muy bella”. Isabella sonrió y miró a los ojos al soldado... y se dieron un beso. El soldado dijo: “Ven a vivir a China, está bueno. Allí podremos vivir tranquilos en una Casa Imperial, que son los palacios que nos dan a los soldados cuando tenemos el rango de Custodio Imperial. Que dices?”. Isabella que estaba no muy feliz con la vida de bordadora pensó en su familia. En ese momento, entre los hombros de los soldados vio a su padre sujetado y el cuerpo de su madre en el suelo. Hizo fuerza y se filtró entre los soldados y fue hasta donde su padre. Entre lágrimas le contó lo sucedido y que corrían riesgo por la maldición que le habían impuesto. El padre con una visión protectora le dijo que aceptara el ofrecimiento que le había hecho el soldado y que se fuese a vivir a la China donde estaría mas segura. Isabella miró al soldado, miró nuevamente al padre y le dio un fuerte abrazo. Isabella fue hasta el soldado y le dio un beso. El soldado pidió permiso al General y agarró un caballo, se subió y ayudó a subir a Isabella y se fueron al galope a vivir a China.

A Ernest le quedaba el consuelo de que continuar la vida al lado de Císfode, que por suerte no se encontraba en el lugar. Además le daba cierta tranquilidad que, con mucho dolor para él, Isabella se hubiera salvado de la maldición.

El Emperador subió con la vasija al carruaje y se dispusieron a poner en marcha toda la comitiva. Aún les quedaba un muy largo viaje de regreso a China. Empezaron a marcharse. A los pocos minutos no quedaba mas que solo rastros de la inesperada visita, mas allá de los cadáveres de Clara, el del custodio y el del intérprete. Ernest arrodillado en el piso y con los ojos llenos de lágrimas sabía que su vida había cambiado para siempre... Se dispuso a acomodar el taller, sacar los cuerpos y limpiar todo para que cuando volviese Císfode no se encontrara con semejante escenario. A Clara le dio sagrada sepultura en el patio de la casa. El custodio y el intérprete fueron metidos en el horno, que estaba a alta temperatura, y en cuestión de minutos ya no quedaban rastros de ellos. Se acomodó en una silla de paja esperando la llegada de su hijo y contarle todo lo sucedido. Esperó en la misma posición atormentado por sus pensamientos, inmóvil, con la mirada fija en un punto invisible. Esperó toda la tarde, hasta que se hizo de noche... Císfode no llegó. Según se enteró al otro día, el despistado Císfode, que había ido a entregar las vasijas, habría venido cantando una canción alegre en voz alta, en su viaje de regreso al taller, con tanta mala suerte que justo cuando cruzaba una calle de la ciudad se encontró con la comitiva de chinos quienes sin siquiera notar su presencia en el medio de la calle, lo atropellaron mas de mil caballos y Císfode murió en el acto.

De esta forma Ernest vivió el resto de su vida sumido en una infinita tristeza. No volvió a fabricar vasijas. Se dedicó a vivir del dinero obtenido por la vasija “imperial”.
Sabiendo el final de la historia, todos en el pueblo hicieron a un lado a Ernest, no aceptándolo más en ningún lado por temor a que la maldición se apoderara de Belén.
Ernest vivió el resto de su vida, hasta el mismo día de su muerte, treinta y dos años después de este acontecimiento, en la mas absoluta soledad acompañado solamente por... la maldición.

(Cuanta intriga, cuanto suspenso!! Aqui no termina la historia... Mañana disfrutá del último capítulo donde dará un giro inesperado... Nos vemos !!!)

MenteFrita

jueves, 28 de mayo de 2009

La Maldición - Cap IV

Capítulo IV

El Emperador se dirigió hacia el interior del taller acompañado por el General Qian. Detrás de él, como su misma sombra, lo seguían tres sirvientes a cada paso que daba. Hizo un breve recorrido visual por las estanterías y se detuvo en la vasija mas grande e imponente que tenía Ernest. Esta vasija media casi lo mismo que el Emperador. Era de una porcelana de excelentísima calidad y tenia detalles pintados a mano que le daban una frescura y al mismo tiempo un rasgo místico que sedujo al exquisito gusto del mandamás chino.

Liu Bang tenía 35 años y hacía dos que se había coronado Emperador de China. Su imperio estaba en pleno auge económico ya que se extendía día a día. Contaba con una fuerza militar abrumadora. No había ejército que podía hacerle frente ante el gran poderío, basado fundamentalmente en la cantidad de soldados. Su ejército tenía millones de soldados. Los ejércitos oponentes, perdían las batallas, incluso antes de que terminaran de llegar todos los soldados chinos. Así que esto era un factor fundamental en la extensión casi constante del Imperio. El poder de Liu Bang era impresionante.

Mientras miraba la vasija, levantó una mano y uno de sus asistentes se acercó. Era su intérprete. El Emperador, por su condición de tal, no se dirigía directamente a nadie. Lo hacía por medio de sus intérpretes. Luego de escuchar al Emperador, agachó la cabeza y se dirigió a Ernest, que seguía inmovilizado por los soldados. Le comunicó que el Emperador había elegido la vasija grande y que se la llevarían. Ernest internamente pensó que había salvado el futuro de su familia, ya que por lo que valía la vasija, no pasarían mas penurias y que su familia podría darse muchos gustos. Ernest le dijo al intérprete que con mucho gusto y le informó el valor de la misma. El intérprete se acercó al Emperador y casi al oído le susurró el monto. El Emperador, giró su cabeza y por encima del hombro miró por primera vez a Ernest con gesto de disconformidad. El intérprete se acercó nuevamente a Ernest y le dijo: “El excelentísimo Emperador de China, Liu Bang, dice que no es de su agrado la forma con la que usted maneja este asunto. Que tendría que mostrarse un poco mas servicial ante tan imponente presencia y que además vino de tan lejos, luego de treinta días de viaje”. Ernest sabía que no podía ceder, porque sino perdería esta gran oportunidad. Ernest dijo: “Me halaga que el Emperador haya venido de tan lejos para ver mis artesanías. Pero viste como esto, si le gusta tanto, que la pague”. Obviamente este comentario no fue muy feliz y causó un gran desagrado en toda la comitiva Imperial, incluso al mismo Emperador que no estaba muy acostumbrado a que le opongan cierta resistencia a sus peticiones. De hecho en sus tierras si el emperador iba a alguna aldea y se paraba en alguna tienda a buscar algún objeto, ese negocio quedaba como bendecido y queda mas que claro que nunca le cobraban nada. Era un honor que el Emperador los visitara. Pero Ernest no era chino, ni quería serlo. Solo quería el dinero para vivir cómodamente con su familia.

(Como seguirá? Cuanta intriga !!! Además, está por venir lo mejor !!! Aguanten hasta el próximo capítulo...bancá, lo escribo y vuelvo... jejeje)

miércoles, 27 de mayo de 2009

La Maldición - Cap III

Capítulo III

Unos meses después de ese acontecimiento, Ernest fue hasta el taller, como todos los días y se dispuso a terminar unas vasijas que le habían encargado. Císfode había tenido que ir a entregar unas vasijas al otro lado de la ciudad, por lo que estaría fuera del taller gran parte del día.

Mientras daba la última mano de pintura, sintió una extraña sensación. Una extraña vibración le recorría todo el cuerpo. Quitó el pincel de la vasija y se quedó inmóvil tratando de determinar que era aquello que sentía. La vibración se hizo mas fuerte. De hecho las vasijas que estaban en los estantes comenzaron a vibrar. Parecía como que el movimiento provenía de la tierra. Un par de vasijas cayeron desde los estantes. Esto sobresaltó aún mas a Ernest que miraba todo como sin entender. Realmente sin entender. Pensó en un terremoto, lo cual era increíblemente raro por esas tierras. Se dirigió hasta la puerta del taller y se detuvo. Levantando polvo y al galope se acercaban cientos de caballos. Por un momento vino a su memoria el suceso en el que había perecido toda su familia. Pero esto era distinto. A los pocos segundos, en un estado de estupor, pudo distinguir que sobre los caballos venían jinetes. Eran cientos y cientos. Le llamó la atención que todos eran negros. Cuando pasaron por la puerta del taller, se echó un poco para atrás y entre el ruido, el polvo que levantaban, escuchaba los gritos de los jinetes. Pasaron cerca de mil caballos, todos negros, cuando entre el tumulto pudo distinguir un carruaje dorado tirado por veinte caballos blancos inmaculados. El carruaje parecía de oro, al igual que todos los herrajes que tenían los caballos blancos. Para su sorpresa, a medida que se acercaba el carruaje, los caballos negros que seguían pasando, fueron disminuyendo su velocidad de manera tal que el carruaje se detuvo justo frente al taller. Sorprendido, Ernest echó un vistazo hacia atrás del carruaje y este era seguido por una cantidad igual de caballos negros. Miró hacia delante y lo mismo. No tenía idea quien era el que venía en el carruaje, pero de que era una persona sumamente importante, no tenía dudas. Entre sus pensamientos, aparecía el temor ante un evento tan espectacular y la posibilidad de realizar una gran venta. La venta de su vida.

Una vez que el carruaje se detuvo, una multitud de personas descendió del mismo. Unos quince soldados armados, vestidos de negro, bajaron y aseguraron el lugar. Otras personas bajaron y barrieron la entrada del taller y desplegaron una alfombra amarilla inmaculada en el piso, en la puerta del carruaje. Ernest no salía de su asombro. Estaba inmóvil. Mirando a su alrededor sin entender que pasaba. De repente, cuatro soldados lo agarraron. Uno de cada brazo, otro desde atrás agarró su cuello y el cuarto, desenvainó su espada y la colocó sobre el cuello de Ernest. Obviamente este no intentó realizar el mas mínimo movimiento. Bajó otra persona del carruaje y comenzó a esparcir pétalos de rosa sobre la alfombra y cuando hubo terminado se inclinó con la cabeza gacha. Bajó otro individuo que en su mano tenía una sombrilla amarilla y de repente bajó un soldado vestido de negro que miró directamente a Ernest y sin moverse de la puerta del carruaje, extendió su mano hacia el carruaje a fin de ayudar a descender del mismo a otra persona. Esta persona apareció y todos los presentes se inclinaron. Este último soldado ayudó a descender al mismísimo emperador de China Liu Bang. Fundador de la dinastía Han. Tomándolo del brazo, se acercaron a Ernest y sin decir palabra, se metieron en el taller. Ernest pudo reconocer al acompañante del Emperador. Era el mismo que lo había visitado hacía unos meses. Era el General Zhang Qian. Mano derecha del Emperador.


(La pucha!, se está poniendo buena la historia. Metete mañana y enterate como sigue...)

martes, 26 de mayo de 2009

La Maldición - Capítulo II

Capítulo II

Un día, mientras Císfode sacaba un set de vasijas del horno y Ernest ultimaba los detalles de decoración de una hermosa e imponente vasija, se acercó al taller una persona muy misteriosa... Inmediatamente Ernest lo miró y se dirigió hacia la puerta, pensando que era un posible comprador, pero con cierta precaución, dado el aspecto del visitante. Pero no. No era un comprador. Esta persona miró fijamente a Ernest y metió su mano por debajo de la túnica que llevaba puesta. Ernest esperó lo peor. Císfode, temeroso de lo que podía suceder, dejó caer la pala con el set de vasijas y contuvo el aliento. Cuando Ernest estaba por gritar, este ser misterioso develó su secreto. Sacó su mano y en ella tenía... una caja con dulces. ¿Una caja con dulces? – se preguntó Ernest. “Me llamo Abbad, y trabajo en el hogar de niños abandonados de la ciudad, estamos vendiendo estos dulces, realizados por los chicos, para juntar fondos para el hogar”... Ernest exhaló la respiración que había contenido y le dijo: -“que susto me pegaste viejo!!!, pensé lo peor. Tomá esto...”. Ernest le dio un par de monedas al señor y rechazó el dulce alegando que estaba a dieta. El hombre se marchó agradeciendo el gesto de Ernest. Luego de comentarios de rutina, volvieron a sus tareas.

De repente, una persona, mucho mas misteriosa que el anterior hizo su ingreso en el taller. Llevaba una túnica negra. Tenía cubierta la cabeza y la mayor parte de la cara. Solo dejaba ver sus ojos. Estos tenían aspecto rasgado, como los que recordaba de sus viajes a China. Sin decir palabra alguna, este hombre dirigió su mirada tanto a Ernest como a Císfode y luego contempló todo el muestrario de vasijas que tenían en el taller. Se acercó a una, especialmente grande y bien decorada. La observó. Le pasó la mano comprobando la calidad. Miró nuevamente a Ernest. Elevó su cara, pero sin sacar los ojos de Ernest. Este, con la voz atragantada, dijo: “Bienvenido a mi taller, desea que le muestre algo en particular?”. El hombre sin decir palabra dirigió su mirada a la gran vasija y volvió a mirar a Ernest. A lo que respondió: “Le gusta esa señor?, se nota que tiene buen gusto, es una de las mas hermosas que he fabricado. Pero por su costo no la he podido vender. Desea que se la muestre mejor o quizás alguna otra mas económica?”. El hombre asintió con la cabeza, pero no aceptando la sugerencia de Ernest, sino como entendiendo lo que había sucedido. Miró una vez mas a Císfode, que para este momento, ya había dejado de recoger las vasijas rotas que había dejado caer con la anterior visita y miraba el comportamiento del nuevo visitante. Dio media vuelta, y sin decir palabra se fue. Detrás de sus pasos, Ernest fue hasta la puerta para observar hacia donde se dirigía este misterioso visitante, pero al llegar a la puerta no lo vio mas, había desaparecido.

Esa noche, mientras cenaban, Ernest contó la historia que habían vivido ese día y un poco preocupado y un poco mas tranquilo le fue dando un tinte gracioso. Toda la familia terminó de cenar entre carcajadas y chistes relacionados con el tema. Unos días después ya nadie se acordaba de lo acontecido. Excepto Ernest. Algo en su interior había cambiado...

(Ne te pierdas mañana el capítulo III de esta historia, llamada "La Maldición" y que cuenta la historia de... mmm... mejor no te digo nada y visitame mañana para enterarte.)

MenteFrita

lunes, 25 de mayo de 2009

La Maldición - Cap I

Esta historia transcurre en año cero de la era cristiana. A la medianoche del día 1 nacía en Belén alguien que haría virar el curso de la humanidad... Un poco mas lejos, en el Imperio Maya, en lo que hoy es Panamá, vivía Jaime. Alguien que seguramente en un futuro nos deleitará con sus historias. Por ahora no...

Capítulo I

Ese día en las cercanías de donde había nacido el hijo de María, vivía Ernest Ortiga, un artesano que se ganaba la vida vendiendo las vasijas que fabricaba en su taller. Estas servían para transportar agua y las utilizaban fundamentalmente para las largas travesías a las que se sometían, sobretodo, los comerciantes que venían de remotos lugares para intercambiar mercancías. Estas vasijas tenían la particularidad de conservar el agua potable por varios días, hecho que era fundamental para realizar los largos viajes. Ernest tenía una esposa, Clara, y dos hijos, Císfode y la bella Isabella.

Ernest había nacido en Belén cuarenta años atrás. Hijo de comerciantes, su niñez y juventud habían transcurrido al lomo de un camello viajando por todo el mundo. Desde lo que hoy es España hasta la mítica China y desde Rusia hasta el Sur de África. Innumerable cantidad de experiencias tenía de estos viajes. Pero al llegar a un punto de su vida, las ganas de viajar fueron perdiendo fuerza y las de asentarse en un lugar y tener su propia familia, ganándola. Quizás esta decisión se vio precipitada cuando un día viajando con su familia por el centro de África, una estampida de elefantes acabó con su padre, su madre y un hermano. Alfio, su otro hermano se había salvado de los elefantes, pero no de los leones que los perseguían. Todos murieron en el acto, salvo Ernest que escondido en unos arbustos veía como su familia desaparecía.

Asentado ya en la ciudad que lo vio nacer, Ernest se dedicó con completamente a la construcción de las vasijas. Gracias a esto, podía vivir cómodamente, sin lujos, pero si grandes pesares. Clara era maestra de historia, algo que no era muy difícil, ya que en ese entonces, no habían pasado muchos de los acontecimientos que hoy se estudian en historia. Císfode ayudaba a su padre en el taller y aprendía el oficio con el que algún día mantendría a su propia familia. La mas chica de la familia era Isabella. Una hermosa jovencita que repartía su día entre el estudio en la escuela de la ciudad por la mañana y el bordado de tapices y alfombras que vendía en el taller del padre. En esa época era común que las personas que iban a comprar vasijas, por unos dineros mas se llevaran el combo vasija / tapiz. Interesante.

(No te pierdas mañana la continuación de esta fascinante historia... bue, es lo que hay.)

sábado, 23 de mayo de 2009

Pacífica - Cap IV FINAL !

Capítulo IV

Durante un congreso científico en París, en el año 1951, ocurrió un hecho que cambiaría el futuro de la economía capitalista mundial. El Dr. Patrick Shulheimmer exponía una teoría de cómo se había formado la Pacífica. Con una claridad deslumbrante, expuso ante un auditorio de notables, la forma en que, según sus estudios, había llegado hasta ese remoto lugar en el pacífico y se había constituido la burbuja. El concepto de la burbuja era el mas difícil, en esos tiempos, de entender. Por lo que el Dr. Shulheimmer, haciendo uso de su abstracción tomó un alambre, lo unió por los extremos formando un círculo y lo hundió en un balde con agua y una solución desengrasante. Pasó el alambre por el balde y ante los atónitos ojos de los notables dibujó en el aire el misterio de la formación de Pacifica: hizo una burbuja, la cual sopló y viajó por encima de las cabezas de los ahí presentes.
Jean-Pierre Gatés, empleado de mantenimiento del centro de convenciones parisino “Marie Curie” tuvo la suerte de presenciar el momento cumbre cuando vió desde una ventana como el profesor Shulheimmer separaba la burbuja del alambre.
Una semana mas tarde, mientras Jean-Pierre merendaba en su casa en los suburbios de la capital francesa, tocaron a su puerta. Era su sobrino Billebrond que se venía a despedir ya que al otro día se iba para Norteamérica a probar suerte. Había juntado unos pocos francos y había decidido marcharse. Antes de irse, su tío le contó lo que había visto en el centro Marie Curie la semana anterior.
Al llegar a América, Billebrond Gatés, patentó el secreto que le había contado su tío y construyó la primera fábrica de dispositivos para hacer burbujas. Un invento que lo haría millonario puesto que todos los chicos del mundo querrían un “Bubble maker”. Al alcanzar su primer millón de dólares, se acortaría el nombre por el de Bill Gates y fundaría una microempresa que después le daría muchas satisfacciones. Esa empresa sería Microsoft.

Así termina la historia de cómo un evento fortuito, como es la caída de un meteorito con bacterias, haría que un francés nacionalizado americano se convirtiera en el hombre mas rico del mundo. Curioso, no?

FIN

jueves, 21 de mayo de 2009

Pacífica - Cap III de IV (se acerca el final...)

Capítulo III

“- Capitán, urgente, lo necesitamos en la cabina!, el Almirante Rodríguez tiene que informarle algo.” “- Enseguida subo”. El Capitán presuroso fue hasta la cabina, donde el Almirante Rodríguez, apoyado sobre el periscopio de visión lateral, confirmaba su presunción con el informe del marinero Smith, encargado del manejo del radar.

El Capitán Raimundo Judas Florentín de Copete tenía a su mando, desde hacia 14 años, al Submarino “Príncipe de Gales” de la Armada de Hungría. Él sabía que ante sus ojos tenía algo que nunca nadie antes había visto. Dieron varias vueltas alrededor de la burbuja tratando de describir todos los datos que consideraban de importancia. Sabía que no iban a realizar ninguna maniobra hasta no tener autorización del Parlamento de Hungría. Del telégrafo Morse del “Príncipe de Gales” salió el siguiente mensaje en clave: “MEDC 12 gasde, gtfff xxx3 ##$%$ gggdfwdasdk, pqeo dgfisasd Grv Ad””0 dia/& adjfad djfjw kdadgadsd dgug a5456 ag5f5ñ5 sfgkjaffff”. Obviamente al estar en clave, no era fácil de descifrar. Tiempo después se supo que unos niños de Brasil, interceptaron el mensaje mientras jugaban al carnaval y lo descifraron mediante un código que aparecía semanalmente en una revista de comics japonés. El mensaje decía: “Señor Jefe del Ejército Húngaro y señores del Parlamento todo, tengo el agrado de dirigirme a Uds. como Capitán del SS Príncipe de Gales, a fin de informarles que hemos descubierto la Atlántida. Ah!, saludos para mi señora Carmen y para mis hijos Carlos y Graieb y para la Chicholina italiana. También sumen mi NO a las Papeleras Uruguayas”, aunque esto último no pudo ser confirmado del todo, lo importante era el hecho de que creían haber descubierto la Atlántida, pero en realidad habían descubierto a Pacífica.

Durante los siguientes meses varias expediciones visitaron Pacífica. Grandes grupos de científicos de todo el mundo se interesaron por el gran descubrimiento. Sacaban mediciones, tomaban muestras, publicaban artículos. Pero Pacífica era impenetrable. Se había convertido en un gran centro de atracción, generando todo un movimiento mundial tanto a favor como en contra de Pacífica. Movilizaciones multitudinarias. Teorías al por mayor. Referidas al origen de la ciudad. Algunos decían que posiblemente serian extraterrestres que venían a dominar la Tierra. Otros que era una estrategia de guerra de los aliados contra Japón, por esos días en guerra. En fin se tejieron alrededor de Pacífica millones de redes. Pero Pacífica era impenetrable.

En la notbuc de Flavio se agregó un papiro que decía: “Submarinus Eccus”.



No te pierdas mañana el último capítulo de esta atrapante historia !!!

martes, 19 de mayo de 2009

Pacífica - Cap II de IV

Capítulo II

Un padre con su hijo caminaban placidamente por las playas de la ciudad Pacífica. Siempre miraban hacia el cielo (burbuja de agua) y miraban los peces, que para ellos serían como pájaros para nosotros. Nadando libremente, como “volando” alrededor de la burbuja. Les ponían nombres a las diferentes especies de peces que veían. Había estudiosos del tema y le asignaban los nombres de acuerdo a lo que veían. Se regían por lo que veían ya que nunca habían tenido contacto con los peces, puesto que no era posible atravesar la burbuja, ya que sería muy difícil por lo dura que era y además porque sería el fin de Pacífica, ya que el mar ejercería toda su fuerza, ingresando a la burbuja y destruyendo todo lo que se había formado durante tantos millones de años. El padre enseñaba a su hijo el arte de distinguir a los peces por sus tamaños y formas de las cabezas, cuerpos, colas y aletas. Esta actividad le encantaba a Flavio que además de pasar largas tardes con su padre, aprendía cada día mas y mas.
Cuando Aníbal, el padre de Flavio, murió, este siguió estudiando con obsesión el tema de los peces. Tanto aprendió que se convirtió en un experto y cada vez que aparecía un pez raro, lo llamaban a él para que lo identificara y lo sumara al catálogo de peces de Pacífica. Se había formado un grupo grande de ictólogos (gente que estudia a los peces) y el catálogo fue creciendo día tras día.
Corría el año 1945 del calendario Chuwaqa (prócer de la ciudad Pacífica), correspondiente al año 1944 de nuestro calendario (de la Tierra superficial). Flavio se encontraba descansando en su casa, cuando irrumpió su sueño Aljibe, uno de los aprendices de Flavio. Casi sin aliento intentó explicarle lo que ocurría. Flavio tomo su notbuc y fue hasta la playa Bristol con Aljibe. La notbuc era una caja hecha con algas gruesas y en su interior se encontraban los dibujos hechos en papiros de todos los peces conocidos. Cuando llegaron a la Bristol, como de costumbre, estaba llena de gente. Aljibe señaló hacia la burbuja y se desmayó. Flavio tenia ante sus ojos algo que jamás había visto.

(Visitame mañana para saber como continúa esta historia...)

domingo, 17 de mayo de 2009

Pacífica - Cap I de IV

La historia que paso a contar, se desarrolla en un escenario inédito. A 4500 mts. de profundidad en el océano Pacífico.....


Capítulo I

Hace millones de años, los primeros habitantes de la tierra fueron, según consta en estudios científicos, unos minúsculos seres... las bacterias. Estas bacterias estaban constituidas por una unidad, una célula. Existen distintas teorías acerca de cómo es que llegaron aquí. Entre estas se encuentra la de los meteoritos. Las bacterias habrían viajado desde infinitos lugares del universo como pasajeros en incandescentes meteoritos y al llegar a la tierra, encontrando un medio propicio para desarrollarse, se multiplicaron, vivieron, se alimentaron, murieron y siguieron con el ciclo de la vida. Algunas se asociaron con otras para poder conseguir mas alimento, se fusionaron, y así pasaron de ser unicelulares a bi-celulares y así continuaron con lo que hoy conocemos como evolución...
En una isla formada por un volcán, enclavada en el medio de lo que hoy es el Océano Pacífico, ocurrió un hito que haría virar el destino de la vida...
La isla era pequeña. No mas de 5 kilómetros de circunferencia. La costa tenia una arena blanca como el plumaje de un cisne. En el medio de la isla, se herejía como símbolo de energía y poderío, la chimenea humeante del Volcán Staphilococus. Este volcán se encontraba en plena actividad, típica de esta época y diariamente liberaba toneladas y toneladas de lava humeante, que al hacer contacto con el agua del océano, emitía un constante vapor acompañado con un típico estruendo y emanación de azufre.
Con este contexto tétrico de calor, humo, fuego, vapor, azufre, era difícil de imaginar la existencia de vida. Pero así y todo la vida nuevamente le ganaba a la adversidad. En algún lugar de la isla, debajo de una roca que había volado desde el corazón mismo de la Tierra, estaban... Allí estaban. Un grupo microscópico de bacterias había encontrado la forma de sobrevivir a tan nefasto contexto.
Eran días de profunda transformación en la Tierra. Cambios bruscos de temperatura, variaciones en la velocidad de rotación del planeta. Días y noches de diferente duración. Un caos total. Inundaciones en un lado, sequías interminables en otro. Tornados. Terremotos. Todos eventos esperables en un planeta en desarrollo.
Las placas tectónicas se deslizaban mucho mas rápido que hoy en día. Todo era un cambio casi constante. Con el correr de los años la Tierra fue adquiriendo su aspecto definitivo. Pero algo definitivo estaba por ocurrir...
Un determinado día, hubo un movimiento de la Placa Azores que fue realmente gigantesco. Generó olas de mas de 100 mts y un maremoto que hoy hubiese sido devastador por su incursión en tierras continentales. Miles de kilómetros adentrado en lo que hoy es todo el sudoeste asiático, como así parte de Norteamérica, todo Centroamérica y gran parte del norte de Sudamérica. El epicentro de maremoto fue en el lugar donde colisionaron la Placa Azores con la de Yimauchi a miles de metros de profundidad. Por debajo de la isla del Volcán Staphilococus.
La isla, se había formado por la actividad del volcán. De hecho dependía de este. Su constante actividad era la encargada de ir formando el contorno de la isla por la lava que se solidificaba al entrar en contacto con el agua. El día del maremoto, por el increíble impacto de las placas, el volcán fue destruido desde su base por lo que la isla, desapareció de la superficie del mar. En su viaje hasta el fondo del mar la isla perdió unos cuantos kilómetros de extensión. La lava que seguía sobre su superficie, al entrar en contacto con mucha mas agua, generó multiplicar en varias veces la emanación de vapor por lo que a medida que se iba hundiendo, emanaba mas y mas vapor caliente. Este vapor al alejarse de la superficie de la isla fue perdiendo temperatura hasta casi igualar la temperatura casi de congelamiento que tenían esta agua a esta profundidad. El efecto final fue la formación de una burbuja que rodeaba toda la isla.
Al llegar al fondo del mar, la lava siguió emanando vapor y el límite de la “burbuja” se hacía cada vez mas sólido dispuesto a soportar las terribles presiones que ejercía todo el océano sobre la isla. Dentro de la isla se fue generando una suerte de atmósfera. A medida que pasaban los años esta atmósfera iba evolucionando. Combinaciones de gases, vapor de agua, temperatura. Evolucionó tanto que llegó a ser casi idéntica a la que reina en la superficie.
Así fue como se generaron condiciones óptimas para el desarrollo de quienes habían sobrevivido, primero al contexto totalmente adverso de la isla en la superficie. Luego al viaje hasta el fondo del mar. Habían aguardado pacientes, debajo de una roca, que las condiciones le fuesen favorables... Las bacterias. Ahora, en un ambiente propicio, salieron de su letargo, y prosiguieron con la misión que les fue impartida desde el lugar del universo de donde provenían... continuar con la evolución.
Al igual que sus primas de la superficie, las bacterias de la isla, continuaron con el proceso de evolución. Pasaron del agua del lago (formado por la condensación en la burbuja) a la tierra. Se diferenciaron. Respiraron. Comieron. Se reprodujeron. Evolucionaron. Formando una suerte de mundo paralelo, con similares características al de la superficie. Incluso con la evolución hacia... la raza humana. Se generaron hombres y mujeres. Al igual que en la superficie. Con las virtudes y miserias de los hombres de la superficie... de los hombres. Puesto que eran nada mas y nada menos que eso, hombres.
Durante miles y millones de años se supo de la existencia de la Atlántida, pero nunca la de Pacífica, la ciudad de la isla. La Atlántida había sido el invento de un escritor que había escrito la historia basándose en un sueño que había tenido. Nunca había existido. Pero Pacífica, era algo muy diferente... era verdad.
(Seguí diariamente la publicación de los capítulos restantes)
MenteFrita

sábado, 16 de mayo de 2009

Spiderman

Érase una vez un señor que se llamaba Princeton y que vivía en una aldea (de aldeanos) en un bosque. Vivía con su familia y trabajaba para ayudarlos con los gastos. Era muy bueno en el arte de tallar madera. El tío tenia un taller donde hacían muebles y el trabajaba ahí haciendo el terminado de los detalles de estos artefactos e incluso agregaba verdaderas obras de arte. En su tiempo libre se dedicaba a tallar distintos artículos de muy alta calidad. Estos artículos eran vendidos en la feria semanal del pueblo y esto le otorgaba unos ingresos extras que utilizaba para sus gastos.
Princeton pasaba horas y horas tallando madera. Era una actividad muy solitaria, pero reconfortante. Y la llevaba a cabo con suma alegría.
Un día, mientras tallaba sobre la madera un episodio de una historia inventada por él (Spider Man - El hombre araña) un punzón se zafó de su obra de arte y le atravesó una arteria del brazo. Princeton murió desangrado en el acto. Su sangre cubrió parte de su obra y quedó impregnada en la madera. 450 años mas tarde ese mural inconcluso valdría millones de dólares. Y el autor de la película de hollywood "Spider Man" haría un sentido homenaje al creador de la historia (Princeton) poniendo en una escena de la película el mural ensangrentado. De ahí el color del traje del hombre araña. Rojo, por la sangre de Princeton, y azul por el sobrecrecimiento de hongos de la madera.
Esta es la desconocida historia de un gran hombre que no llegó a disfrutar el reconocimiento mundial. Triste, pero verídico.
Este es un fragmento de mi libro, Biografías No Autorizadas de Grandes Hombres. En este caso es no autorizada porque, obviamente, Princeton, murió en el acto... en 1545 en un bosque en lo que hoy es Bulgaria. Por eso.

jueves, 14 de mayo de 2009

Néstor

La historia que paso a contar trata de una familia que vivía en las afueras de la ciudad de Nueva York, EEUU, a mediados del 1800 (mas precisamente 1850). Durante estos años, era cotidiano el ingreso a los Estados Unidos, de innumerable cantidad de inmigrantes que venían de distintos lugares del mundo buscando, en estas tierras, una posibilidad para un mejor futuro para ellos y para sus hijos. Al ruido típico de la ciudad se le agregaban las sonoras bocinas de inmensos barcos que atravesaban el muelle principal del puerto y se disponían a ajustar amarras y desplegar gran cantidad de escalinatas desde las cuales descenderían miles y miles de esperanzas corporizadas en esos inmigrantes dispuestos a adoptar estas tierras como propias. Estaban en América!!!
En Nueva York vivía una familia, los Fetucchini. Habían llegado de... ... ... obviamente... de Italia, hacía unos 13 años. Estaba compuesta por el padre, Enrico, la madre, Giuliana, la hija mayor, Bernarda y el hijo menor, Néstor (o Nestitor, como lo llamaban). El padre trabajaba en puerto, ayudando a bajar las valijas, bolsos y baúles que traían los inmigrantes que llegaban alojados en la primera clase. No ganaba mucho dinero, pero entre el sueldo y las importantes propinas que recibía, le alcanzaba para comprar comida y vestimenta a su familia. Giuliana trabajaba en las oficinas del puerto donde se realizaban los trámites de admisión y control de los inmigrantes. Bernarda trabajaba como enfermera voluntaria en el hospital central de Nueva York. Tenia 20 años.
Nestitor, el menor de la familia, había nacido durante el viaje de la familia, en el barco. En aguas internacionales, por lo que al llegar fue anotado como ciudadano estadounidense. El único de la familia en esta condición. El haber nacido sobre el barco le confirió ciertos rasgos característicos. Habrá sido el movimiento del barco por las olas, el salitre típico del aire marítimo. No se sabe. Lo que si se sabe, es que esto repercutió en Néstor de manera desfavorable. Nestitor era un completo pelotudo. Tal es así que a sus 13 años, todavía no había trabajado nunca y peor aún, las cosas que hacia, las hacia mal. Por lo que los padres se preocupaban por dejarlo solo mientras estos trabajaban. Era muy difícil que encontraran una actividad para Néstor, ya que siempre los hacia quedar mal. Hasta que un día, un amigo del padre, un tal Francesco dueño de una pizzería de la zona, le ofreció a Enrico que le mandara a Néstor para que colaborara en la pizzería y así ganarse unas pocas monedas. Nestitor se presentó a trabajar al día siguiente y le encomendaron la tarea de llevar pedidos hasta las distintas casas del barrio.
La verdad es que los clientes no se quejaban en absoluto y de hecho le comentaban a Francesco lo bien que habían sido tratados por Néstor. Ya a la primera semana de trabajo, Francesco le había aumentado el sueldo y todos estaban muy contentos en la familia.
Un día, mientras Nestitor llevaba un pedido, un sonoro bocinazo de un crucero que se acercaba al puerto lo sobresaltó de manera abrumadora. Se quedó paralizado mirando en dirección al puerto, hacia el lugar de donde provenía el sonido. Tan paralizado y abstraído de la realidad quedó, que no se dio cuenta que se había quedado parado a mitad de la calle y menos cuenta aún de los gritos que daba el conductor de un carruaje tirado por seis caballos que venia a toda velocidad por la calle. Nestitor fue atropellado y murió en el acto con su cara incrustada en una grande de muzzarela con peperoni. A partir de ese día, quedó instaurado el "Día del repartidor de pizza" a nivel mundial. Hoy en día, casi 200 años después, en el Central Park de Nueva York, a unos veinticinco metros del monumento al infelizmente asesinado John Lennon, se erige una placa conmemorativa al lugar donde tuvo lugar el trágico accidente en el que murió Néstor... Nestitor. Mucha gente no sabe de esto y pasan por su lado, solamente buscando sacarse una foto al lado del monumento de Lennon.
Por este motivo y con la finalidad de sacar a la luz biografías no autorizadas de los próceres de nuestros días, porque quien no reconoce las virtudes de los chicos de los deliverys de hoy en día, es que saco a la luz el primero de una serie de relatos inéditos (hasta para mi).

martes, 12 de mayo de 2009

Todo comienza al fin, nada puede escapar...



Estaba yendo en colectivo cuando este se detuvo en una parada y quedé mirando la vidriera de una fiambreria donde tenian el jamon cocido a $4,20 los 100 grs, cuando me sobresalté al recibir una revelación divina. "Debia compartir con algunas personas, no con todas las del mundo, vivencias cotidianas, surrealistas, realistas, listas, tas y s". Una voz que creia era del mas allá me dijo (un poco imperativamente): "flaco, levantá las gambas que tengo que pasar la escoba".


- Mierda!, dije. Que mensaje me querrán transmitir??, pensé entrecerrando un ojo (el izquierdo para mayor presición).

-A quien le decis "mierda" boludo!? No ves que te quedaste dormido? Estas en Glew y no salen mas colectivos hasta mañana a las cuatro y treinta y cinco. Mierda me vas a decir a mi... y se fue hablando para si.

Ahi estaba yo. En glew a las 23.38, cagado de frio viendo como me volvia a mi casa. Creo que volví en un servicio extraordinario que salió a las 2.32 y que dio mas vueltas que una oreja para llegar. Terminé llegando a mi casa como a las cinco menos veinticinco... "4.35... tenia razon el del bondi"... algo queria decir todo esto. O no. Casualidád. Causalidad. Revelación. Revolución. Escalofrío. Escalocaliente. Amor. Odio. Oído. Pus.

Así que lo de la revelación creo que fue chamuyo. Pero igual dejó encendida en mi la llama, como el piloto de un calefón que junto a la biblia hacen de esta parte del mundo el famoso cambalache.



La propuesta es que compartamos un poco del Cambalache que a veces no vemos por "quedarnos dormidos en el bondi de la vida". Y si te quedaste dormido y de repente te despiertan, que tu primera palabra sea: -"mierda!", creo que está bien. Es un buen estímulo ligüístico.

Espero que lo disfruten como yo al escribirlo.


(Acepto sugerencias, pero pocas. Soy medio terco)