miércoles, 15 de septiembre de 2010

Las tres barreras


Un joven discípulo llegó a la casa de Sócrates:
- ¡Maestro!- exclamó agitado- tengo que contarle algo. Un amigo suyo estuvo hablando de usted con malevolencia.
- Espera - lo interrumpió el filósofo- ¿Ya hiciste pasar lo que quieres decir por las tres barreras?
El discípulo lo miró perplejo:
- ¿Las tres barreras?
- Sí. La primera es la verdad. ¿Has comprobado que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
- ….no… lo oí de unos vecinos.
- Si no sabes si es verdadero, al menos lo habrás pasado por la segunda barrera, que es la bondad- dijo Sócrates- Lo que me quieres contar, ¿es bueno?
Luego de unos segundos, el joven respondió:
- En realidad, no. Al contrario…
-¡Ah!– exclamó el sabio- entonces vamos a la última barrera, la necesidad ¿Es necesario hacerme saber lo que parece inquietarte tanto?
El discípulo bajó la vista:
- Para ser sincero, no. Necesario no es.
- Entonces – sonrió Sócrates- si lo que quieres decir no es verdadero, ni bueno, ni necesario, dejemos que caiga en el olvido.


Heart 2 heart (la)